Os daré un corazón nuevo y derramaré un espíritu nuevo en medio de vosotros.

«Aquí me tenéis, vuelto hacia vosotros: seréis cultivados y sembrados. Multiplicaré los habitantes de Israel; las ciudades serán habitadas y las ruinas reconstruidas. Multiplicaré personas y animales, que serán numerosos y fecundos. Haré que pobléis el país como antaño y mejoraré la situación que teníais antes; así reconoceréis que yo soy el Señor.

Haré que por vosotros —pueblo mío de Israel— transiten personas. Tomarán posesión de ti, te convertirás en su heredad y no volverás a dejarles sin hijos.

Esto dice el Señor Dios: Puesto que dicen de ti que devoras a la gente y que has dejado a tu nación sin hijos, ten presente que ya no devorarás más gente y que tu nación no quedará sin hijos —oráculo del Señor Dios—.

No permitiré que se vuelvan a oír los ultrajes que te dirigen las naciones ni que tengas que soportar los insultos de los pueblos; tampoco tu nación se quedará sin hijos —oráculo del Señor Dios. El Señor me dirigió la palabra: —Hijo de hombre, los israelitas contaminaron su tierra con su conducta y sus acciones; su conducta me resultaba impura como una menstruación femenina.

Entonces derramé sobre ellos mi cólera, a cause de la sangre que derramaron sobre el país, al que contaminaron con sus acciones. Los dispersé por las naciones y los aventé por otras tierras: los juzgué como merecía su conducta y sus acciones. Cuando llegaron a esas naciones profanaron mi santo nombre hasta el punto de que se decía de ellos: «Son el pueblo del Señor y han tenido que salir de su tierra».

Así que tuve que defender mi santo nombre, profanado por Israel en todas las naciones por donde había ido. Por eso, di a los israelitas: Esto dice el Señor Dios: No hago esto por consideración a vosotros, pueblo de Israel, sino por mi santo nombre, que habéis profanado en las naciones por donde habéis ido.

Santificaré mi nombre glorioso, profanado por vosotros entre las naciones, y reconocerán las naciones que yo soy el Señor —oráculo del Señor Dios— cuando vean que me sirvo de vosotros para manifestar mi santidad. Os tomaré de entre las naciones, os reuniré de entre todos los países y os traeré a vuestra tierra.

Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas; pienso purificaros de todos vuestros ídolos. Os daré un corazón nuevo y derramaré un espíritu nuevo en medio de vosotros; os arrancaré del cuerpo el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.

Derramaré mi espíritu en medio de vosotros y haré que os portéis conforme a mis normas: respetaréis y cumpliréis mis leyes. Habitaréis en el país que di a vuestros antepasados; seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Os pondré a salvo de todas vuestras inmundicias; haré que el grano abunde y se multiplique, y no dejaré que paséis hambre. Multiplicaré los frutos de los árboles y la cosecha del campo, para que no tengáis que soportar de nuevo entre las naciones el oprobio que supone pasar hambre.

Entonces os acordaréis de vuestra conducta indigna y de vuestras malas acciones, y sentiréis asco de vosotros mismos, de vuestros pecados y de vuestras abominaciones. Que quede claro que no haré eso por consideración a vosotros —oráculo del Señor Dios—; avergonzaos y abochornaos de vuestra conducta, pueblo de Israel.

Esto dice el Señor Dios: El día en que os purifique de todos vuestros pecados, repoblaré las ciudades y serán reconstruidas las ruinas; la tierra devastada será cultivada, dejará de ser aquella desolación que contemplaban todos cuantos pasaban. Y la gente dirá: Aquella tierra devastada se ha convertido en un jardín de Edén, y las ciudades arruinadas, devastadas y demolidas se han transformado en fortalezas habitadas.

Y las naciones que han sobrevivido en torno a vosotros reconocerán que yo, el Señor, he reconstruido lo demolido y he replantado lo devastado. Yo, el Señor, lo digo y lo hago. Esto dice el Señor Dios: Todavía dejaré que me busquen los israelitas, de modo que yo los multiplique como si fueran un rebaño humano, un rebaño de reses consagradas, como el rebaño que se concentra en Jerusalén con ocasión de las grandes festividades. De manera parecida, las ciudades arruinadas se llenarán de un rebaño humano. Y reconocerán que yo soy el Señor.»
‭‭EZEQUIEL‬ ‭36:9-38‬ ‭

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